martes, 20 de agosto de 2013

Mis hijos, mi mejor obra



Cuando los hijos nacen y van creciendo nos dan alegrías de todo tipo. Escucharles decir mamá, pedir alimentos… pero abrazarnos y decir que nos quieren hasta el corazón es una suerte de imán al cual quedamos pegados para toda la vida.
Sucede todo el que descendencia tiene en este mundo. Los hijos van creciendo y una madre madura al paso del tiempo. ¿Será suficiente una vida para amarlos y conducirlos por buenos caminos?
Nunca será bastante el tiempo, ese tiempo que avanza indetenible ante momentos buenos y malos, él simplemente pasa y solo nos damos cuenta cuando vemos a un hijo hombre o mujer delante de nosotros como si nada.
Ahí mismo tropezamos con las más variadas contradicciones: los gustos, las modas, las maneras de actuación, las relaciones con sus coterráneos y tantas otras actitudes que nos convencen de su crecimiento.
“Los hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres” o “Hija eres y madre serás” son frases que ilustran este fenómeno contradictorio entre los jóvenes hijos y sus progenitores.
Quizá el problema vaya más allá del entendimiento humano o los análisis de psicólogos, sociólogos y otros  especialistas dedicados a estudiar los comportamientos humanos y sus causas.
Esa no es mi pretensión. Sencillamente quiero decir que mis hijos, los 2, han crecido, ahí están mis mejores obras, el mayor orgullo de mi vida y mi razón de ser.

viernes, 9 de agosto de 2013

Songo - La Maya y los baches??



Songo - La Maya se renueva. Este sitio con más de 94 mil habitantes se debate entre construcciones antiguas y otras modernas regidas más por estándares cómodos y prácticos que por estilos artísticos.
Y también es una realidad palpable el deterioro acelerado que sufren las calles y  aceras. Por poner ejemplos hay que abrir bien los ojos y sortear toda clase de huecos, zanjas, desniveles y hasta grietas profundas si no se quiere caer en una de estas improvisadas trampas que a ojos vistas habitan ahí dueñas del entorno.
Tal parece que por estos días y ante la furia reconstructiva llevada a cabo no solo en la cabecera del municipio van apareciendo más y más barreras que entorpecen el buen andar por las calles.
Es como si todos los duendes de los baches del país se hubieran trasladado hacia acá para efectuar algún congreso importante. Así lo mismo usted cae en un hueco lleno de agua a las siete de la mañana que a las tres de la tarde y que conste que esta reportera ya ha sufrido en carne propia estos accidentes en el poblado cabecera.
Veo con muy buenos ojos todo lo que está aconteciendo para transformar mi terruño: el parque central de La Maya, la restauración de Doña Yuya, la instalación de tuberías para que llegue el vital líquido a los pobladores de Songo y otras tantas rehabilitaciones pero… ojo con las secuelas que quedan.
¿Quiénes serán los encargados de repavimentar las calles de Songo cuando ya se haya concluido con la obra hidráulica?, ¿quiénes los de ir resanando cada huequito que deje el cambio de un poste eléctrico o telefónico o las huellas que fueron dejadas por los antiguos bancos ubicados en la calle central aquí en La Maya? y así otros incómodos rastros que van quedando cuando se transforman y reconstruyen sitios.
Esto es solo la punta de  un iceberg enorme que va aflorando desde hace muchos años y que al pasar el tiempo queda en letra muerta o en terreno de nadie y casi nunca aparecen los responsables de que nos viremos los pies, nos empapemos de agua sucia cuando vamos deprisa para no llegar tarde al trabajo o nos desbaratemos un zapato luego de un tropezón en uno de los obstáculos ya mencionados.
Ojalá y los encargados de resarcir, resanar, arreglar, enmendar cada uno de los molestos estorbos que aparecen hoy más que nunca en mis calles les llegue este comentario y accionen a favor de erradicarlos de una buena vez. Quizá así los duendes de los baches que nos visitan decidan irse a otra parte a reunirse ya que aquí en la tierra del León de Oriente no hay sitio adecuado para su importante congreso.