lunes, 10 de junio de 2013

Mi hijo creció…



Todavía no tenía la certeza. Pero tenía un miedo atroz, sabía que iba a perderlo en cualquier momento, ¿cómo iba a vivir sin mi protección?, ¿quién ocuparía mi lugar?
El miedo no era otra cosa que pasión. Una pasión sin límites por aquella minúscula criatura que llevé en mis entrañas por nueve meses. Mi hijo creció.
Ya es un hombre, me decían unos, parece tu hermano menor me alertaban otros (yo en la gloria). Repito, no tenía la certeza de ese suceso, no quería aceptar que mi hijo el varón, el primero se había convertido en un hombre sin apenas percibirlo.
Llegó un momento difícil para la familia toda, el niño había terminado el preuniversitario y debía irse al servicio militar. Volvía el miedo a apoderarse de mí. Dejaba de razonar una vez más, que mi hijo creció.
Han pasado uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... once meses, casi termina el período del servicio militar y lo veo responsable, inmenso, extraordinario.
Ahora vendrá una etapa más extensa, llegará la universidad otras serán las exigencias y las responsabilidades a cumplir por este niño salido de mis entrañas y que para orgullo mío creció.

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